En este especial, Revista La Brújula quiere destacar a mujeres inspiradoras que son agentes de cambio y transforman el mundo desde sus espacios. Surge como un homenaje a mujeres salvadoreñas que, a través de su labor y esfuerzo, están comprometidas con la justicia social, desde distintos ámbitos de incidencia.
Estos perfiles nos recuerdan el poder transformador de las mujeres y su lucha por otros mundos posibles.
Equipo Revista La Brújula / Redacción: Fátima Cruz / Edición: Krissia Girón / Fotografía: Reiny Ponce / Diseño: Gabriela Turcios
Ingrid Escobar: me motiva la convicción de estar del lado de la verdad y la justicia
Ingrid es profesional en Ciencias de la Educación y Ciencias Jurídicas. Se define como una mujer organizada, defensora de derechos humanos, madre y comprometida con la justicia social. Cuenta con una trayectoria de más de 10 años en el activismo sindical y en la promoción de los derechos de las mujeres. Desde sus primeras experiencias en la escuela hasta su actual liderazgo en una organización defensora de derechos humanos, ha estado involucrada en diversas iniciativas que buscan empoderar a las mujeres y enfrentar las injusticias en la sociedad.
Su compromiso se fortaleció al presenciar de primera mano las vulneraciones de derechos que enfrentan las mujeres, especialmente en un entorno donde el machismo y la misoginia prevalecen. Ha enfrentado desafíos significativos, desde amenazas de muerte hasta acoso por parte de funcionarios públicos al descalificar sus opiniones sobre el impacto de las violaciones a derechos humanos durante el régimen de excepción.
A través de su trabajo en Socorro Jurídico y otras organizaciones, Ingrid ha logrado impactar positivamente la vida de muchas mujeres salvadoreñas, brindando apoyo legal, emocional y social en momentos de crisis. Su labor ha contribuido a generar conciencia sobre la importancia de los derechos humanos y la participación ciudadana, especialmente entre las mujeres, quienes históricamente no han sido participantes en estos espacios. Ella considera que incluir, escuchar, respetar, creerles y confiar en sus capacidades hace que las mujeres se motiven y participen para cambiar sus realidades, aunque sea poco a poco.
Su motivación proviene de su convicción de estar del lado de la verdad y la justicia, así como del deseo de dejar un mundo más justo para las futuras generaciones. Ingrid posee un anhelo por dejarle a sus hij@s y a las futuras generaciones un mundo más respetuoso de los derechos humanos. Se propone luchar por la protección de los derechos de las mujeres en El Salvador, resistiendo cualquier intento de retroceso en los avances logrados hasta ahora. Aspira a promover una cultura de independencia y empoderamiento femenino, así como a defender el espacio cívico ganado por las mujeres a lo largo de la historia. Su objetivo es continuar inspirando a otras mujeres a hacer una diferencia en sus comunidades y a trabajar juntas por un futuro más igualitario y justo.
Ruth López: Desde niña tuve vocación de defensora
Rut es madre, defensora de derechos humanos, docente y abogada.Desde muy joven inició su vida como defensora enfocada en los derechos laborales, civiles y políticos. Durante su trayectoria, se destaca su vocación y la pasión que acompaña cada proyecto, dedicándose inicialmente a la defensa de los derechos laborales y civiles.
El compromiso con la justicia social se arraiga en su infancia. Desde niña, mostró una vocación por la defensa hacia los y las demás. Este llamado la llevó a iniciar su carrera como defensora de derechos, enfocándose en luchar contra la corrupción, promover la participación ciudadana y la libertad de expresión como pilares fundamentales para la reivindicación de los derechos de las mujeres.
A lo largo de su carrera ha enfrentado numerosos desafíos, desde la misoginia hasta las agresiones digitales, pero siempre ha sabido enfrentarlos con determinación. Por su destacada labor como agente de cambio, muchas personas poseen la confianza de acercarse a ella para contarle las situaciones injustas que viven a diario, a pesar de la desinformación y los ataques que recibe constantemente. Su liderazgo en la Unidad Anticorrupción y Justicia es testimonio de su compromiso con la integridad, la coherencia y la consecuencia en la lucha contra la corrupción.
Le motiva a seguir adelante en su labor, incluso en los momentos más difíciles, su convicción de utilizar sus oportunidades para que sirvan a la mayor cantidad de personas posible, especialmente a las mujeres. Desde la organización y la lucha colectiva, cree que es posible garantizar los derechos de las mujeres en El Salvador y en todo el mundo.
Admira profundamente a otras mujeres que, como ella, hacen la diferencia en sus espacios y en diferentes causas, desafiando los límites impuestos por las sociedades machistas y trabajando incansablemente por la igualdad, la justicia y la inclusión.
Rut espera lograr, en términos de avances para los derechos de las mujeres en el país, que las instituciones encargadas de defender y garantizar los derechos de las mujeres funcionen adecuadamente, y por otro lado, que los agresores que están en la función pública, quienes desde y gracias a su posición de poder han violentado y llamado a la violencia, no queden en la impunidad.
Mirna Perla: Nunca estuve sola. Alrededor he tenido tanta gente que me han inspirado por su valentía
La trayectoria de Mirna está marcada por su lucha constante contra la injusticia social desde una edad temprana. Originaria del oriente del país y proveniente de una familia humilde, su infancia estuvo impregnada de experiencias que la sensibilizaron ante desigualdades sociales que rodeaban su entorno. Desde su niñez en San Miguel, Mirna presenció la dura realidad de quienes llegaban a dormir en los dormitorios públicos, así como las condiciones de extrema pobreza en las que vivían muchos niños y niñas que asistían a la escuela en zonas rurales. Estas experiencias la motivaron a comprometerse con la justicia social y a buscar formas de crear cambios en beneficio de los más necesitados.
Influenciada por su familia, especialmente por su abuela, maestra rural, y por los valores de solidaridad inculcados por Monseñor Romero, los cuales aprendió en la Iglesia El Rosario, Mirna se propuso desde muy joven ser una voz y una defensora de los derechos humanos. Durante su carrera como jueza de Menores, se enfrentó a la realidad de la subordinación de las mujeres en el sistema judicial y decidió tomar acción. Como miembra destacada de la Asociación de Mujeres Jueces de El Salvador, trabajó incansablemente para promover la educación, la formación en derechos de las mujeres y la igualdad de género en el sistema judicial. Su labor se centró en la investigación, la promoción de instrumentos internacionales de protección de los derechos de la mujer y la lucha por una representación significativa de mujeres en los espacios de poder.
En 1986, su esposo, Herbert Anaya Sanabria, un líder de derechos humanos, fue secuestrado y asesinado. Esto la obligó a huir del país con sus cinco hijos como refugiada, viviendo en Canadá antes de establecerse en Costa Rica. Regresó a El Salvador en 1991 y se involucró activamente en la reforma judicial, abogando por la incorporación de mujeres en posiciones de poder. Gracias a su perseverancia, logró la nominación de destacadas mujeres en la Corte Suprema de Justicia, abriendo el camino para más representación femenina en el sistema judicial. Como magistrada de la Corte Suprema se dedicó a fortalecer la jurisdicción familiar y penal juvenil, así como a combatir la violencia de género. Lideró la red contra la violencia de género, trabajando para sensibilizar a los jueces y mejorar la aplicación de leyes con un enfoque de género.
Su incansable labor en la promoción de la justicia y la igualdad ha dejado un legado duradero en el sistema judicial salvadoreño, inspirando a futuras generaciones a seguir luchando por un país más justo y equitativo.
En su labor ha enfrentado numerosos desafíos desde comprender y tomar conciencia de los derechos de las mujeres en una sociedad profundamente patriarcal hasta luchar contra el machismo arraigado en el sistema judicial. Ante esto, ha trabajado para promover el cambio, participando en encuentros de magistradas y proyectos de desarrollo que apoyan a las mujeres y la infancia. Sin embargo, se enfrenta a nuevas amenazas, como la prohibición de enseñar enfoques de género en la educación, lo que demuestra los retrocesos en la lucha por la igualdad en el país.
Encontró su motivación en su experiencia personal como esposa de un defensor de derechos humanos. A pesar de las dificultades, nunca se sintió sola, inspirada por la valentía de aquellos que, en condiciones aún más adversas, luchaban por sus derechos y por una vida digna.
Mirna aboga por la consolidación de los derechos de las mujeres en la sociedad salvadoreña a través de la concienciación y la educación. Destaca la importancia de la formación en derechos de las mujeres y la promoción de las leyes e instituciones de protección. Cree firmemente en que el fortalecimiento de las instituciones dedicadas a la defensa de los derechos de las mujeres será crucial para el progreso del país, pero enfatiza que este avance dependerá en gran medida de la participación activa y solidaria de las mujeres, así como de la presencia de líderes con conciencia de género en los espacios de poder.