En el tercer encuentro del movimiento ecofeminista de El Salvador: “Trenzando Saberes Ecofeministas”, las activistas analizaron la situación de la lucha ecofeminista frente al sistema que explota y vulnera a los territorios y a las mujeres. Propusieron crear una agenda feminista que se enfoque en garantizar mejores condiciones ambientales y sociales.
Por: Ana Gómez
El Movimiento ecofeminista de El Salvador realizó el Tercer Encuentro “Trenzando Saberes Ecofeministas”, en el que compartieron experiencias y conocimientos sobre las luchas de las defensoras y las realidades que enfrentan en diferentes territorios del país. Al encuentro también asistieron activistas de Centroamérica, México y Bolivia.
Este tercer encuentro enfatizó en la situación de los bienes naturales, debido a la explotación voraz del sistema capitalista, extractivista y patriarcal que cada vez más acecha contra la vida y la sostenibilidad.
Ante esta realidad, las organizaciones plasmaron un posicionamiento con las principales exigencias para detener la explotación del cuerpo – territorio, “estos sistemas se construyen sobre la premisa de considerar a mujeres y naturaleza como recursos que pueden ser utilizados, explotados y desechados indiscriminadamente para el sustento y funcionamiento de dichas estructuras de poder”.
Alteración del 75 % de la superficie terrestre, disminución de la diversidad de plantas que alimentan hoy en día a la humanidad, aumento de 2° C de la temperatura a nivel mundial por primera vez y la crisis hídrica son algunas de las preocupaciones que señala el Movimiento Ecofeminista.
Ante esta grave situación plantearon que es importante construir una agenda feminista que se enfoque en garantizar las condiciones sociales y ambientales para asegurar la sostenibilidad de vidas dignas, de bienestar y asegurar el avance de los derechos de las mujeres.
Asimismo, visibilizar el trabajo de los cuidados de las mujeres, la explotación de la naturaleza; reconocer los derechos de la población originaria, indígena y afrodescendiente; y que los Estados cumplan las condiciones para el acceso a la justicia, detengan la complicidad con empresas extractivistas, garanticen la soberanía alimentaria y respeten la autodeterminación de los pueblos y derechos humanos.