Por Evelyn Paniagua
El amor romántico es un mito construido social y culturalmente que se consolidó durante el siglo XIX en la cultura occidental y se extendió por la globalización como un fenómeno químico, sexual, hormonal y político, define la escritora, comunicadora feminista y estudiosa del amor romántico Coral Herrera.
Hoy en día es un fenómeno universal que une a las personas de dos en dos y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y sus creaciones de nidos. Añade.
El amor romántico está ligado a las relaciones de codependencia, pérdida de autonomía y la libertad de ser. La forma de educar a las personas tiene relación con la formación de estas relaciones de codependencia.
“A unas nos educan específicamente para satisfacer a las otras personas, para complacer mientras que a los otros para ser atendidos. Esto hace parte de toda esa validación de la hetero-norma, hablando de las relaciones heterosexuales, principalmente, porque es donde sabemos que hay un peso de género que recae sobre las mujeres” comenta la psicóloga feminista Yanileth Mejía.
El amor romántico encierra de forma intrínseca la educación sociocultural de hombres y mujeres, es decir, que sus mensajes van dirigidos a mantener a las mujeres sometidas al dominio del hombre y presas de un engaño.
Las mujeres son educadas para amar sin condiciones, en una posición de sumisión, menciona Mejía.
El sufrimiento por amor tiene como raíz las tradiciones cristianas y la educación transgeneracional de lo visto correcto por la sociedad. El libro Breve Diccionario del Feminismo expone que las mujeres aguantando y sufriendo obtienen una “recompensa” como ser amadas para “siempre” o que las parejas nunca las dejen; en cambio los hombres son educados para defender su libertad y para no poner la pareja en el centro de sus vidas.
Uno de los mitos más esclavizantes de las relaciones de amor romántico es “el amor todo lo puede”. Expresa que si el amor todo lo puede, se puede seguir sufriendo y tolerando situaciones de violencia por amor.
“Nuestras abuelas, bisabuelas, nuestras mamás nos transmiten historias de cómo ellas han sido educadas, sin sanar antes sus historias de violencia. Cuando las personas no sanamos esas historias de violencia, las seguimos reproduciendo generación tras generación” dice Mejía.
“Debemos sanar para vivirnos y sentirnos, y sanar esas historias para ya no reproducirlas y darle un sentido diferente al amor romántico”
Sanar las historias permite sentirse dueña de sí misma, sentirse autónoma o capaz de tomar decisiones, pero sobre todo amarse. Al sanar las historias se pueden transformar las relaciones de codependencia relacionadas con el amor romántico.
La psicóloga feminista, Yanileth Mejía, explica que es importante buscar herramientas que ayuden a conocerse a sí misma. Una de ellas es aprender a conectar con las emociones porque son parte de la vida, para ello es necesario abrazar el autoconocimiento.
“Al ser una persona que trabaja sus emociones y está completa podrá vivir una relación sana y sin mitos del amor”.
El amor es una experiencia de liberación que permite disfrutar del sexo y de la vida, permite ser una misma, conocerse mejor, crecer y potenciar el desarrollo personal.
Si hay cuidados mutuos, respeto, honestidad, complicidad, comunicación, generosidad, compañerismo solidaridad y muchas ganas de disfrutar del amor, el amor es una vivencia llena de placer, plantea el Breve Diccionario del Feminismo.
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