Por Sofía Guzmán
El sistema capitalista y patriarcal establece diferentes mecanismos de control social, el ideario de amor romántico es uno de ellos. Este resulta ser indispensable para el sometimiento de los individuos, especialmente para las mujeres, mediante la asignación de roles y parámetros, asimismo busca erradicar pensamientos y luchas feministas.
De este sometimiento resultan ataduras para la emancipación emocional, económica y política de las mujeres con el propósito de introducirlas en una concepción individualista-posesiva que frecuentemente se emplea en las relaciones de intercambio y de poder.
El amor romántico entra en esa lógica de intercambio mediante la mercantilización de los seres humanos, es decir, convertirles en mercancía fluctuante a la demanda y oferta del mercado de la personalidad y el cuerpo. Este escenario está arraigado consciente y subconscientemente en la población. De esta manera la cosificación de las mujeres se configura en una especie de “mercado del deseo”.
“La frase “mercado de deseo” responde a la lógica del mercado, de la descentralización y la desorganización” (Tenenbaum, 2019); esto significa que se prioriza el amor en lugar de la organización popular, pues es más conveniente para los intereses del sistema capitalista.
El amor romántico es como una droga que busca el adoctrinamiento de las personas sopesando con mayor intensidad a las mujeres, por eso centra su imagen en la comercialización de sus cuerpos. Existen aliados como la familia, educación y religión que juegan un papel importante en el sometimiento de la mujer y en la socialización diferencial existente entre hombres y mujeres a través de la reproducción del amor romántico.
Desde una perspectiva sociológica los diferentes espacios de socialización siguen reproduciendo estereotipos y roles de género en los cuales la mujer se reduce a objeto sexual y romántico mediante la figura de esposa y madre, imagen que los medios hegemónicos difunden constantemente. Dentro de la cultura, a través de material visual y audiovisual, se arraiga el romanticismo, pues a través del amor romántico la sociedad presupone como reguladas y aceptadas acciones y relaciones estructurales basadas en la violencia que pueden acabar incluso con la vida de las mujeres ya que son basadas en la injusticia, el poder patriarcal y la desigualdad que se repite de forma viciosa.
“La sublimación de esta violencia romántica es la que provoca que la gente malgaste su vida en tratar de dominarse mutuamente”, (Herrera; 2015), de esta forma se aleja a los individuos de la realidad y las mujeres no experimentan formas de organización que busquen abolir lógicas del sistema capitalista.
El amor romántico y la violencia han estado ligados mediante la narrativa del amor que por medio de relaciones de poder se coloniza a la otra persona volviendo a la pareja dueña de la vida y las decisiones del otro.
Aquí el patriarcado asume su rol en el control del cuerpo de las mujeres a través de una perspectiva clerical en la que disfrazan su dominio bajo la idea del matrimonio para siempre y de que el amor todo lo puede.
La familia también se vuelve primordial para la difusión e imposición de este pensamiento, pues se enseña que dentro del entorno familiar, la mujer debe ser sacrificada, abnegada y dependiente, además se enfatiza el valor sexual por encima de otras cualidades. Por ello, se esfuerzan en fomentar relaciones amorosas en las que las mujeres no tienen poder de decisión ni voz, además de reforzar la búsqueda desmedida de la “media naranja”.
La ilusión de la complementariedad no funciona, más bien determina que el amor es la única fuente de la felicidad y que por ello se debe pasar la vida entera buscando el “alma gemela”, dejando de lado intereses de bienestar colectivo. Desde este contexto socio-cultural se bombardea con cuentos de princesas que esperan ser rescatadas por príncipes y a cambio las mujeres deben responderles con todo el amor que sean capaces de entregar, aún eso signifique el detrimento del bienestar de ellas mismas.
En la lógica capitalista, el amor romántico es indispensable para realizar acciones voraces en contra de las mujeres. De modo que los individuos no desarrollan una interacción consiente entre ellos mismos y su alrededor, que en consecuencia, desde los diversos procesos de socialización se resaltan los parámetros hegemónicos de belleza y apariencia del cuerpo. “Para el capital, las mujeres somos cuerpo – objeto de consumo”, (Noboa; 2019), esto resulta de la supresión de la mujer como ser humano y refuerza su representación desigual con los hombres; las mujeres como objeto se convierten en producto que el capitalismo pueda mercantilizar.
De manera que mientras el capitalismo y el patriarcado sigan ejerciendo el control de las mujeres reduciéndolas a objetos inmolados ante el altar del amor romántico, éste seguirá siendo un problema para la organización feminista y la formación de individuos críticos. Ante este escenario, los procesos de desconstrucción del amor romántico son necesarios para aprender y educar en una nueva perspectiva del amor que promueva relaciones libres, consensuadas e igualitarias.
Entre tanto, el amor romántico legitima estructuras relacionales jerárquicas donde la dominación y la reducción del rol de la mujer en el ámbito social son determinantes; esto genera consecuencias sociales debido a que esta perspectiva individualista convierte al amor en un acto egoísta y ajeno a una visión humanista. En cambio, el amor es un acto de autonomía de los seres, que brinda oportunidad de decisión y crecimiento emocional-intelectual para las mujeres.
Mientras los esquemas amorosos sigan la racionalidad del sistema hegemónico se seguirá reproduciendo y acrecentando las relaciones violentas. El amor significará el sacrificio de la mujer y los estándares de belleza física seguirán basados en la lógica del consumo. En este sentido, el amor romántico es y seguirá siendo una herramienta de control y cosificación para las mujeres.
Sofia Guzmán es feminista, egresada de la Licenciatura en Periodismo, directora de cine, creativa audiovisual, editora de video, community manager y tiene experiencia en diferentes cargos de producciones audiovisual además de ser escritora.
Be the first to comment