Foto/Reina Ponce
En esta tercera parte del especial sobre los feminicidios se aborda sobre el sistema y la cultura machista del país que valida las conductas violentas y las masculinidades.
No existe un perfil de feminicida
Durante la pandemia por la COVID-19 en El Salvador ha habido un alza de feminicidios. Al inicio de la cuarentena se conoció del asesinato de Yesenia Menjívar ocurrido el 31 de marzo en el municipio de Nueva Trinidad, Chalatenango. El responsable del crimen, Francisco Alberto Martínez, quien actualmente se encuentra capturado de acuerdo a la información de la Fiscalía General de la República.
Psicólogas manifiestan que no existe un perfil de un feminicida y que puede ser toda aquella persona que piense que le pertenecen los cuerpos de las mujeres.
La mañana del 27 de noviembre de 2018 Sara, una joven maestra, fue asesinada. Ella se encontraba impartiendo clases a sus estudiantes de 7 siete años en un centro escolar del municipio de Torola, Morazán, cuando fue atacada con un cuchillo por Roberto Antonio Vásquez.
La psicóloga feminista, Yanileth Mejía, dice que no existe un perfil de feminicida “Es como el agresor sexual cualquiera puede ser, no es un monstruo que te imaginás, un psicópata con una actitud visible como un desquiciado mental. Ellos son plenamente conscientes de sus acciones y una forma de validar su poder es a través de la posesión de los cuerpos de las otras”.
Dominga del Carmen Ramos de 89 años, fue violada y luego asesina la noche del 6 de febrero de este año por Jorge Antonio Rivas, quien entró a su vivienda cuando se encontraba sola, le provocó varias lesiones y fracturas. Se desconoce que Dominga tuviera algún tipo de relación cercana con el sujeto.
Mejía asegura que lo que existe es todo un sistema que valida las conductas violentas, que respalda los privilegios y las masculinidades “es una forma de construir el ser hombre”. En este sentido, los agentes socializadores tienen un papel importante en la formación y construcción de las personalidades.
Para la abogada Karen Rivas la socialización machista del sistema fomenta la violencia hacia la mujer “hablamos de medios de comunicación, escuelas, familia, iglesia, todos estos medios de socialización justifican la violencia hacia las mujeres y reproducen la supuesta subordinación que las mujeres tenemos por el hecho de ser mujeres”.
En el caso de los medios de comunicación, muchos de éstos contribuyen a la normalización de la violencia contra mujer “veo en los medios cómo se justifica que por ser salvadoreño tenés que golpear a la mujer, que tu mujer te atienda. Los hombres piensan que tienen derecho a usar sus cuerpos. Los programas como el de la «Choly» tienen una carga misógina en los que justifican que los hombres digan piropos inclusive que nos toquen” comenta la antropóloga Patricia Castro.
Cabe mencionar que la cobertura sobre los feminicidios en muchas ocasiones se realiza con revictimización e irrespeto hacia las víctimas y su familia como sucedió en México con el asesinato de Ingrid Escamilla.
“En las sociedades es donde los hombres consolidan ciertos patrones como la fuerza o la agresividad, en cambio a las mujeres se les educa para ser sumisas. Lo social, lo cultural, las instancias socializadoras contribuyen a la construcción de esta identidad” explica Mejía.
“Los hombres fueron construidos para sentirse poderosos, dueños. Ellos crecen en el amor romántico que encierra toda una cadena de violencia contra las mujeres, esta construcción de los hombres de ser los galanes los hace sentirse dueños de nuestros cuerpos y como dueños pueden acabar con nuestra vida cuando quieran, y eso se justifica en lo que llaman aparentes situaciones de celos” comenta Castro.
Así ocurrió con Sofía Nicole Guzmán de 22 años, la asesinaron el 10 de julio del 2019, el responsable del crimen fue su compañero de vida, Jorge Alberto Melara, medios de comunicación informaron el móvil del crimen como una aparente situación de celos. “La joven fue estrangulada luego que Jorge Melara le encontrara un mensaje en su celular”, según la información que brindó la Policía Nacional Civil en un medio.
Las muertes violentas contra las mujeres se siguen cometiendo en diversos ámbitos y de diferentes formas, las evidencias lo demuestran, asesinadas con arma blanca, arma de fuego, objeto contundente y otros que no están registrados de acuerdo a la información del Observatorio de violencia de ORMUSA.
Los cuerpos tienen las marcas del odio con el que mataron a las mujeres al sentirse, los hombres, dueños y con poder sobre los cuerpos de las mujeres. El Instituto de Medicina Legal (IML) describe la violencia que presenta la víctima.
“Se puede encontrar lesiones o fracturas antiguas que evidencian que la víctima ha sufrido violencia reiterada. La autopsia implica recolección de pruebas como vellos púbicos, buscamos violencia sexual en el cadáver porque son parámetros de mayor importancia” explica, Gustavo Ibarra, jefe del departamento de clínica forense del IML.
El IML registró en 2019, 230 muertes, las mismas que ORMUSA quien las considera todas como feminicidios.
Foto/Reina Ponce.
Durante este tiempo de pandemia diversas organizaciones feministas se han manifestando condenando los feminicidios y exigiendo a las autoridades justicia para la víctimas, además demandan que los crímenes no se queden en la impunidad, en medio de esta emergencia por la COVID-19.
Rivas dice “ha fallado la prevención porque la ley de igualdad mandata que hay que ir reeducando y cambiando los patrones culturales para prevenir. Falla el sistema judicial que no tiene o no le da la debida importancia de violencia contra la mujer”.
El 1 de abril la mamá de Yesenia preocupada porque su hija no llegó a su casa el día anterior acudió al Juzgado de Nueva Trinidad a interponer la denuncia, sin embargo cuenta que en dicha instancia no le tomaron la denuncia “me dijeron que estaba mayorcita, que ya tenía sus años, que pudo haber denunciado a ese hombre que la tenía amenazada. Me dijeron que talvez parecía en un año o dos”.
De acuerdo a las declaraciones que dio la mamá de Yesenia a Revista la Brújula por medio de una llamada telefónica, la joven le comentó a sus amigas que había sido amenazada. Pero la mamá dice que su hija “quizá no denunció por temor” y que en casos como las desapariciones se debe actuar de manera inmediata para encontrar a las personas. “Como no me pusieron atención en el juzgado me fui a Arcatao pero a las 2:30 me llamaron que ya la habían encontrado” dice la mamá de Yesenia.
Las expertas coinciden que las instituciones deben actuar de manera eficaz, el Instituto para el Desarrollo de la Mujer debe “monitorear que se esté cumpliendo lo que mandata la ley, y el el Estado debe tener esa mirada de protección y tutela de los derechos de las mujeres”, señala Rivas.
Por su parte, Silvia Juárez, coordinadora del Programa para una vida de violencia para las mujeres de ORMUSA, afirma que la responsabilidad del Estado con respecto a los feminicidios es total “los feminicidios son las muertes que se pueden evitar. Cada vez que ocurre uno es porque un Estado fue incapaz de garantizar, primero, la igualdad de esa mujer (no tiene el mismo valor que el de los hombres); segundo, porque fue incapaz de brindar la atención para las garantías de protección del ejercicio de derechos; tercero, porque el Estado es el responsable de prevenir y finalmente por la impunidad» en la que pueden quedar los casos.
Las políticas públicas no están pensadas en las mujeres, en erradicar estas violencias, no tienen perspectiva de género, el Plan Control Territorial implementado por el actual gobierno, muestra que su eje es reducir los homicidios de hombres, pensado en esta violencia que se ejerce desde las pandillas comenta Juárez.
Durante la pandemia el presidente, Nayib Bukele, en su cuenta de Twitter ha publicado sobre la baja de los homicidios, los días con cero homicidios. Destaca también el papel de la fuerza policial y militar desplegada por todo el país que se encuentran desde la implementación del Plan Control Territorial pero que ahora tienen más presencia por las medidas de la COVID-19.
Juárez comenta que el abordaje de la violencia hacia las mujeres mediante el uso de cuerpos uniformados es una de las prácticas con mayor revictimización porque los hombres armados en los territorios representan un nivel de miedo “esas políticas no han contribuido a reducir los índices de feminicidio, y han habido hechos como la violencia sexual que están inalterados, entonces esa seguridad no ha impactado realmente a las mujeres, a impactado a los hombres”.
La violencia feminicida afecta no solo a la mujer sino a otros sectores de la sociedad como la familia y la comunidad, “el impacto de esta muerte no es el mismo porque viene acompañado por hechos de violencia macabros, de una exposición social, tiene que ver con un tema de género”, afecta en gran medida a las hijas e hijos, comenta Evelyn Ventura, trabajadora social.
“Estas niñas y niños son invisibles porque nadie quiere lidiar con eso. Tenemos una visión adultocentrista. Hay un vacío en cuanto a intervención, atención hacia la población, a la familia. El tema de la niñez en cuanto a los casos de feminicidio es una deuda”.
En la mayoría de ocasiones las niñas o niños quedan a cargo de la familia o pueden ser llevados a centros como el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA). Sin embargo, esta institución no tiene una atención especial para estos casos, tampoco entre sus motivos de ingreso está contemplado por casos de feminicidio. Estos casos podrían entrar a la categoría de huérfanos según una fuente del ISNA quien prefirió reservar su nombre.
Las estadísticas del ISNA detallan que entre la población presente hasta el 30 de noviembre de 2019, habían atendido a seis menores, el motivo de ingreso fue por orfandad. Solicitamos una entrevista en dicha institución para profundizar sobre el tema pero hasta el cierre de este artículo no obtuvimos respuesta.
El Salvador tiene una amplia normativa jurídica a nivel nacional para la protección de las mujeres como la Ley de salud y seguridad ocupacional; Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres; Ley contra la violencia intrafamiliar; Código Penal; Constitución; Belem Do Pará, LEIV, entre otras.
Sin embargo, requiere de una mayor aplicación con enfoque de género y de la creación de políticas públicas orientadas a resolver las problemáticas que afectan directamente a las mujeres explica Juárez.
“Las políticas públicas deben ser aquellas que atraviesan la realidad de las mujeres como políticas de niñez, educación, salud y seguridad pero que en cambio se han dado recortes en Carteras de Estado importantes”.
La antropóloga feminista, Mariana Moisa, expresa que se deben buscar nuevas alternativas para atender la violencia, pues el gobierno desde sus instituciones no está resolviendo de la mejor forma “hay recortes (en las Carteras de Estado), no sitúan políticas para las mujeres, no hablan de eso, el silencio también comunica que no le interesa la violencia hacia las mujeres”.
Foto/Reina Ponce.
“Lo que hay hacer es un política pública que pueda permear a todos los espacios y que haya una contraloría efectiva para garantizar que se cumpla todo” considera Castro. Asimismo añade que las muertes de mujeres no solamente son parte de una estadística sino que tienen una historia “No es un dato frío. No es un número por ser número, tienen una historia y esa historia no se dice, no se cuenta”. En la segunda parte de este especial se realizó un análisis sobre lo que no cuentan las estadísticas y los retos que tiene sistema de justicia con las mujeres.
“Hay que contar esa historia para poder entender cómo la violencia llega a tal extremo de acabar con la vida de las mujeres, esa es una violación a los derechos humanos de la mujer y más cuando termina con el feminicidio” señala la Castro.
Según datos del monitoreo de medios de ORMUSA se contabilizan 77 feminicidios y suicidios feminicidas hasta el 8 de septiembre de este año. Las muertes violentas de mujeres han continuado aún en este tiempo de pandemia y el sistema todavía les debe justicia a todas las víctimas de feminicidio.
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