Ilustración Majo García
Redacción Revista La Brújula
El martes se llevó a cabo la audiencia de sentencia contra dos integrantes de la Colectiva Amorales. Ellas han sido demandadas por Ricardo Mendoza, docente de teatro de la Universidad de El Salvador. A las activistas se les acusa de calumnia, delito tipificado en el Código Penal, artículo 177. Mendoza ha sido denunciado públicamente por casos de acoso y abuso sexual desde el año 1994 sin embargo, no ha sido denunciado de manera formal en las instancias jurídicas, los motivos expresados por “sus víctimas” aluden al desconocimiento de las normativas jurídicas, falta de confianza en las instancias internas de la UES y del sistema de justicia en general.
El proceso inició en mayo de este año, ha comprendido audiencia inicial, de conciliación y actualmente se encuentra en audiencia de sentencia.
El pasado 3 de diciembre se suspendió la audiencia y se continuará el viernes 6 de diciembre, debido a la ausencia de dos testigos de la parte acusadora. Uno de los argumentos que sostiene la acusación, a consideración del demandante, es un reportaje publicado en un medio de comunicación.
Ricardo Mendoza es docente de la Universidad de El Salvador desde 1984, estudio teatrología en una universidad de Costa Rica, según declaró él mismo en audiencia de sentencia. Mendoza ha dirigido el Diplomado Superior en Teatro desde sus inicios. De acuerdo a los testimonios recogidos por la parte de defensora, las agresiones sexuales, por parte de Mendoza, vienen desde la generación 2005-2006.
En la audiencia se presentaron tres testimonios. Revista La Brújula tuvo acceso a la vista pública y conoció de primera mano dichas historias, por temas de seguridad se reservan los nombres, pero representamos sus testimonios en las siguientes ilustraciones.
Ilustración Majo García
Ilustración Majo García
Ilustración Majo García
Similitudes
Las tres mujeres que contaron su vivencia de acoso y abuso sexual en la audiencia, fueron estudiantes del Diplomado Superior en Teatro, dos eran de los primeros años de sus carreras, es decir, primero y segundo, las tres de la Facultad de Ciencias y Humanidades. Todas aceptaron que en el momento de la agresión no supieron identificar el abuso.
Las tres tenían pasión por el teatro, y vieron en el diplomado una forma de incursionar desde la academia. Ninguna de las tres sabía una técnica de teatro que les ayudara a identificar que lo que Mendoza les pedía no entraba en esta formación y constituía delito, relataron.
Un docente incómodo. Mendoza se presentó como víctima, pero tres mujeres lo acusan de victimario.
Tres testimonios han dado un panorama que permite esbozar cómo operaba el profesor de teatro, todas coincidieron en que él era un hombre adulto cuando (según manifestaron) sucedieron los hechos. Lo describieron como un hombre que aparentaba ser muy profesional como docente de teatro, “amigable” para algunas. Señalaron que era un hombre apasionado por enseñar, bajo sus métodos (claro), con un alto componente de expresión corporal, que según narraron las testigas pasó por rozar su cuerpo con el de ellas sin su consentimiento.
Durante su intervención en la audiencia se notó su dificultad para la elaboración de ideas, se mostró nervioso y con una leve tartamudez al hablar.
Ha dicho en el juicio que es el único maestro de teatro graduado y con título de educación superior en la carrera de “Teatrología” a nivel nacional, asegura ejercer la docencia, no solamente en el aula, sino también en la vida diaria, sin embargo en interrogatorio directo realizado por la defensora de la Colectiva Amorales, Bertha María Deleón, manifestó no entender conceptos como “malla curricular”, «ejes de su trabajo», tuvo mucha dificultad para explicar dichos componentes de su enseñanza.
Asimismo, tuvo problema para definir una metodología determinada para enseñar, dijo contar con una “pedagogía teatral” pero le fue difícil explicarla. Cuando la abogada defensora le preguntó qué autoridad superior evaluaba su desempeño como docente, respondió el estudiantado, la abogada le enfatizó que él no entendía la pregunta, finalmente dijo que era evaluado por el Consejo Superior Universitario, pero sus respuestas fueron bastante confusas. Revista la Brújula solicitará por medio de la Oficina de Acceso a la Información Pública de la UES las evaluaciones del profesor para contrarrestar la información.
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