Foto/Cortesía Marielos Pérez
Hace unas semanas se conmemoró el 29 aniversario del final de un conflicto armado que resultó en la firma de los Acuerdos de Paz en el Castillo de Chapultepec en Ciudad de México. Fue un día de sentimientos encontrados para todas las familias que tienen desaparecidas y desaparecidos, por los que lloran a sus muertos y muertas.
Para mí fue un día de tristeza y rabia. Yo que tengo una madre que luchó en ese conflicto armado pero que es sobreviviente de él. Esta conmemoración ha sido de reafirmación de mis ideales y de la defensa por no borrar la historia de donde vengo.
12 años de conflicto armado entre la Fuerza Armada de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) no son una farsa y no se puede borrar de la historia. Pero cabe mencionar que al contrario de los militares; el FMLN es resultado de la unión colectiva de fuerzas populares y ese es un hito significativo, sobre todo porque se unen en 1980 para luchar por una sola causa: eliminar la tremenda desigualdad de pobreza que existía en esos años en El Salvador.
“Porque quieren borrar la historia de lo que hicimos, si en ese momento todas y todos estábamos convencidos que queríamos luchar por nuestros derechos; que en el camino nos dimos cuenta que estos (FMLN) algunos se voltearon eso es otra cosa, pero luchamos porque teníamos conciencia social”, dice mi mamá.
Reconozco que para mi familia y para mi madre ha sido un proceso enriquecedor pero difícil y doloroso el tener como centro una ideología de izquierda y conciencia social ya que no se tuvo acceso a la verdad con mis tíos desaparecidos o un proceso de justicia restaurativa para resarcir el daño, sanar duelos y abandonos de esa guerra. Estoy consciente que la historia no borrará la lucha de mi madre y lo conquistado en ese momento.
Recientemente conmemorando 29 años de los Acuerdos de Paz, en un ambiente hostil y desesperanzador creado por el oficialismo previas a unas votaciones fuimos con mi madre y mi hermana al Monumento a la Memoria y la Verdad en San Salvador. Fue un día de mezcla de sentimientos entre el recordatorio del fin de ese conflicto armado, las más de 75 mil muertes, que probablemente pueden ser más, y la realidad que tenemos en el país.
“Justo en ese día. Gracias a los Acuerdos de Paz y que paramos la guerra, estoy viva”, nos dice mi madre.
Mi hermana y yo estamos agradecidas de tener a una madre fuerte SOBREVIVIENTE de una lucha que quizás no pidió vivirla pero estamos orgullosa de ella y de la familia histórica de dónde venimos .
La deuda es grande para todas esas mujeres que estuvieron comprometidas con la lucha en el conflicto armado, muchas de ellas eran niñas, adolescentes, jóvenes a las cuales el Estado les debe mucho. En lugar de tener un discurso de odio y de deslegitimación de las víctimas debe de ser un mensaje de reconocimiento, de respeto, pero sobre todo de reconocer que son parte de esta historia y que en su momento estuvieron comprometidas, no con un ideal o “capricho” individual sino a una lucha colectiva.
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