Por Karen Escalante
Sucedió la tarde del veinte de septiembre de 1889, época donde las mujeres no lograban siquiera terminar estudios básicos. 130 años han transcurrido desde su impresionante historia.
La brillante, Antonia Navarro Huezo (1870-1891) a sus 19 años de edad, fue la primera mujer salvadoreña que obtuvo un grado universitario. Primera mujer graduada en la Universidad de El Salvador, primera, en la región de América Central. Y también, primera mujer graduada en Ingeniería en toda Iberoamérica.
La doctora Antonia Navarro Huezo fue una mujer excepcional. Nació el diez de agosto de 1870, sus progenitores, el lic. Belisario Navarro (boticario) y doña Mariana Huezo. Sus hermanos, José Belisario (1872-1931) y Miguel (¿1874?-1890).
Antonia enfrenta el luto en su niñez, su padre fallece el dieciocho de septiembre de 1878. Sus aspiraciones académicas se mantienen. Antonia. Joven sobresaliente en ciencias y arte. Una mujer integral, desafió la sociedad. Sin duda, se transformó en inspiración para otras mujeres, aun si la polémica envolvía sus intereses personales y académicos. Obtuvo el bachillerato en Ciencias y Letras.
En su corta vida presentó momentos delicados de salud, por tanto, fué imposible asistir de forma continua a la universidad. Por ello, solicitó una excepción educativa que presentó ante el mandatario, el General Francisco Menéndez. La solicitud resultó favorable para Antonia, el once de junio de 1886. La joven inició la preparación académica en su domicilio, esto le permitió presentarse a exámenes universitarios, en los que siempre obtuvo unánimes sobresalientes. Motivo por el cual siempre destacaba.
Presentó matrícula en la Facultad de Ingeniería, a principios de 1887. Obtuvo tres sobresalientes unánimes en Aritmética Superior, Dibujo Lineal, álgebra, Trigonometría, en su primer año cursado. Asimismo, la formación de Antonia correspondió a varios reconocidos doctores, entre ellos: Santiago Ignacio Barberena, Juan Barberena. El primero: abogado, historiador, ingeniero, fue Decano en la Facultad de Ingeniería y Rector de la Universidad de El Salvador. Antonia tuvo un noviazgo con el doctorando, Alberto Sánchez Huezo.
A finales del año 1888, obtuvo el título de bachillerato en Ingeniería, como siempre, con notas sobresalientes en Física matemática, Topografía, Geometría analítica y descriptiva, Cálculos y Dibujo topográfico (I).
El hermoso y emblemático volcán de San Salvador, se convirtió en objeto de estudio el diecinueve de julio de 1888, ese día el doctor Santiago Barberena, Antonia Navarro Huezo y otros bachilleres, organizaron una expedición científica a dicho lugar. Su finalidad, establecer nueva altura del cráter volcánico sobre nivel del mar, profundidad de la boca y otros. Realizado por medio de procedimientos trigonométricos.
La bachiller Antonia Navarro Huezo, a mediados del mes de septiembre de 1889, de nuevo aprobó con sobresalientes, en Astronomía esférica, Geodesia, Dibujo tipográfico (II), Agrimensura legal.
Su tesis doctoral se intitula "La Luna de las Mieses". La Dra. Antonia Navarro Huezo, "notó que los textos escritos en el extranjero exponían fenómenos astronómicos bajo un punto de vista que no correspondía a la posición geográfica de El Salvador. Si el profesor no tiene especial cuidado, el alumno adquiere ideas que después no corresponden con la observación."
«¿Qué es la Luna de las Mieses? pregunta Asa Smith en su conocida cuanto defectusa «Astronomía Ilustrada,» y responde: «Cuando la luna está llena, en septiembre y octubre, solo sale unos pocos minutos más tarde por varias noches sucesivas y suministra así luz para recoger las mieses, por lo cual se denomina «Luna de las Mieses.»
En la defensa pública de su tesis, a las dieciséis horas «ante numerosa y escogida concurrencia» expuso sobre el fenómeno lunar «cuando sale unos pocos minutos más tarde por varias noches sucesivas y suministra así luz para recoger las mieses» sin embargo éste, es «un fenómeno ilusorio para nosotros y para la mayor parte de los países de la tierra».
Al inicio de su exposición, Antonia menciona que no se hacía «la ilusión de decir nada nuevo ni digno de aplausos». Al finalizar la defensa de su tesis, varias personas acompañaron a la nueva doctora a su domicilio. Por la noche hubo cena y baile celebrada por su familia. Además, disfrutaron del concierto que brindó la banda marcial capitalina, por orden del entonces presidente, General Francisco Menéndez. Las felicitaciones de colegas no se hicieron esperar, entre ellos los doctores Manuel Delgado, Luciano Hernández, Jerónimo Pou. Trabajo intelectual logrado con notable esfuerzo, dedicación y superación de obstáculos.
Pese a su excelencia académica y novedad. No se le otorgó la posibilidad de ejercer su profesión. Al parecer, todo quedó en felicitaciones y celebraciones ficticias. La posibilidad de ser catedrática universitaria, le fue negada. Obtuvo trabajo en «educación media» consistió en ser profesora y examinadora del Instituto Normal de Señoritas, también en el Liceo Salvadoreño.
Sin duda, una joven mujer desafiante de las «normas sociales» y «estereotipos» que dañan el desarrollo humano, aporte y pontencial académico de las mujeres. Para beneficio de ellas y la sociedad.
La noticia de la doctora Antonia Navarro Huezo, circuló por diferentes medios de Europa, Iberoamérica, Estados Unidos. Su corta vida se apagó a los 21 años debido a la tuberculosis, en San Salvador, el 22 de diciembre de 1891. No se registró su defunción en actas oficiales. Tampoco en listas mensuales de las sepulturas que se mostraban en los periódicos de esa época, es un misterio. Sin duda, este hecho no pasaría desapercibido y la noticia hubiera corrido como pólvora.
En la actualidad, existe un mural en su honor, en el cine-teatro de la Universidad de El Salvador. También existe una ausencia total de esta emblemática doctora en la Facultad de Ingeniería de la UES. Donde aún se escuchan comentarios discriminativos, a las mujeres que deciden estudiar dichas carreras.
Antonia Navarro Huezo, (1889-1891) mujer excepcional que sentó un presedente en la historia académica salvadoreña, centroamericana, e iberoamericana.
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