Las redes de mujeres organizadas salvan vidas


Esta es la historia de Ana Deysi Méndez, defensora de derechos, que con el acompañamiento de Las Dignas, formación feminista y empoderamiento salió de la situación de violencia en la que se encontraba. Cuenta que su propia historia de vida la condujo a ser defensora de derechos, no solo de las mujeres sino de otras personas de su comunidad.  

Ana Deysi sueña con terminar de estudiar, seguir organizándose, formándose en derechos humanos y acompañar a mujeres en situación de violencia.  

 

Por: Marixela Ramos

Edición: Reiny Ponce 

 

Ana Deysi Méndez tiene una sonrisa y una mirada alegre. Es defensora de derechos humanos desde hace diez años. Tiene 47 años de edad, es madre, emprendedora y originaria de San Juan Talpa, Zacatecoluca, departamento de La Paz. El encuentro con redes de acompañamiento de mujeres la impulsó a ser defensora, luego de atravesar una situación de violencia con su ex pareja.

La defensora inició organizándose en la Asociación de Mujeres de San Juan Talpa (AMUSAJAT) que tiene como objetivo contribuir a la defensa de los derechos humanos de las mujeres y que aglutina aproximadamente a 70 mujeres de las comunidades de dicha zona. El trabajo de AMUSAJAT es acompañado por la Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida conocida como Las Dignas.

La formación feminista sobre derechos impartida por Las Dignas contribuyó a generar herramientas de empoderamiento en la vida de Ana Deysi, quien durante años vivió violencia física y psicológica por parte de su ex pareja. “Me invitaron a un proceso de mujeres que estaba dando Las Dignas en San Juan Talpa y eso cambió mi vida”, dice.

Para Ana Deysi es importante replicar los procesos, pues de esta manera considera que se logra empoderar a otras mujeres para que conozcan sus derechos. Por ello, considera necesario los espacios de formación y el papel de las organizaciones de mujeres.

“Las redes de mujeres organizadas salvan vidas”. Con esta frase Ana Deysi afirma que los grupos de mujeres organizadas le salvaron la vida, la impulsaron y le dieron fuerza para afrontar la violencia que vivía. Conocer sobre sus derechos, capacidades y ser una sobreviviente, la ha llevado a acompañar a otras mujeres jóvenes que viven violencia con sus parejas.

“Pensaba que lo que vivía era normal hasta que una amiga me invitó a un taller. Después que se llega a estos espacios la vida cambia. Las Dignas fue el primer espacio donde me sentí acompañada y no me dejaron sola”, comenta Ana Deysi.

Foto: Marixela Ramos

En su municipio enfrenta dificultades como la falta de la Unidad Municipal de la Mujer, lo que limita el trabajo de AMUSAJAT, porque a través de ella la alcaldía daba a conocer los planes de trabajo con las mujeres. Asimismo, el contexto que se vive en el país por el régimen de excepción, la ha llevado a ejercer la defensa de los derechos de jóvenes de su comunidad. “Al conocer nuestros derechos perdemos el miedo a denunciar las injusticias”, manifiesta la defensora.

Aunque desde la población civil hay propuestas de una ley que proteja la defensoría, y en particular a las mujeres defensoras que llevan años haciendo un arduo trabajo por la defensa en sus comunidades, territorios, cuerpos, vidas y ríos, en El Salvador este trabajo no es reconocido dentro de un marco legal.

Ana Deysi expresa que ante la realidad poco favorable, es normal sentir temor pero también es importante defenderse y luchar para que se respeten los derechos de las mujeres en las comunidades y en el país, sobre todo, porque desde el gobierno existen pocas propuestas para garantizar los derechos de las mujeres.

“Las mujeres deben tener decisión y libertad para organizarse, tanto como defender nuestros derechos y los de otras mujeres. Aunque siempre tendremos limitaciones para poder desarrollar nuestro trabajo como defensoras, debemos replicar los temas,y  compartir herramientas para defenderse, como me pasó a mí”.

Los sueños de Deysi son seguir organizada, continuar formándose en derechos humanos y apoyar a más mujeres que están viviendo violencia. También sueña con retomar sus estudios y contar con un empleo estable.

Foto: Marixela Ramos