Desde el campo de juego a la defensa de los derechos humanos: la inspiradora historia de Iris convertida en defensora de derechos humanos en Tecoluca.


Por Carolina Mena

Edición: Clanci Rosa 

Iris es una defensora de derechos humanos, amante del fútbol, arquera para defender la malla de los goles y lideresa en la comunidad por la utopía de que todas las mujeres puedan vivir una vida libre de violencia.  

La convicción por defender las causas justas ha estado presente en su vida. Tiene 37 años y es Trabajadora Social. Ella es Iris Morales, una feminista defensora de los derechos humanos de las mujeres y una apasionada del fútbol que desde su posición como arquera defiende la portería de su equipo femenino.

Vive con sus hijos en la zona rural del municipio de Tecoluca, departamento de San Vicente. Su casa está rodeada de flores de colores y árboles frutales. En el patio de su hogar juegan tres gatos, un perro y se escucha el cacareo de las gallinas y el graznido de los patos.

Iris es una mujer organizada. Culminados sus estudios de bachillerato, en el año 2012, se enteró que la Asociación Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes (Las Mélidas) buscaba a lideresas para que se incorporan como voluntarias a dicha organización, para hacer labores de sensibilización a las juventudes del municipio en temas relacionados al derecho de vivir libres de violencia. Por supuesto que no dudó ni un segundo en ser parte de la asociación.

En ese entonces, Las Mélidas le apostó al fútbol como método para la prevención de la violencia en las juventudes. Deporte que se convertiría tiempo después en una de las más grandes pasiones de Iris. En sus tiempos libres juega fútbol, es portera. “Siendo arquera puedo defender lo que esté a mi alcance y siento que eso es lo mío porque puedo poner un alto”.

Iris es una defensora de derechos humanos porque tuvo la experiencia de conocer las realidades de violencia basadas en género por las que atraviesan las mujeres de Tecoluca. “No quiero que se siga repitiendo la historia. Al dejar de normalizar las violencias que vivimos las mujeres podemos ayudar a otras”, dice.

Defender derechos humanos y la portería no es casualidad, para Iris estas dos actividades guardan una relación muy cercana. “No solamente yo me siento libre, también lo veo en otras mujeres jóvenes cuando están en la cancha haciendo lo que les gusta. Hemos roto con los roles de género que dicen que las mujeres solo servimos para estar en la casa y que el fútbol es solo para los hombres porque es un deporte violento. Nosotras hemos hecho el cambio, nos cuidamos y jugamos sin violencia. En estos espacios también he logrado sensibilizar sobre la prevención de la violencia y el bullying”. 

Ella y su equipo de fútbol femenino han hecho de las canchas un lugar seguro para las mujeres. A los encuentros deportivos asisten las mamás de las futbolistas, lo que para Iris significa un logro porque, aunque no necesariamente jugando, participan más integrantes de la familia. “El fútbol nos ayuda a liberar energías negativas, pero también a prevenir violencias y embarazos no deseados”.

La más fiel de las aficionadas en la barra es su mamá, ella ha acompañado con amor todas las decisiones de Iris. También es su red de apoyo más cercana. “Ella sufrió violencia de sus ex parejas y yo tuve que presenciar todo lo que vivió. Pero es una mujer independiente que defiende su cuerpo y vida. Mi mamá ha sido una persona importante en este proceso de organización”.

Su acercamiento a Las Mélidas le dio la posibilidad de participar en talleres, diplomados, escuelas feministas y otros procesos de formación que le dieron la capacidad de compartir estos conocimientos con otras y otros jóvenes. “Las Mélidas es una organización que me ha servido de escuela. Para el 2013 ya sabía mucho y me sentía capaz de brindar asesoría y acompañamiento en temas de prevención de violencia y autocuidado para las juventudes”.

Conocer las realidades de violencia le ha permitido hacerse de las herramientas necesarias para ejercer la defensoría. “Pero tampoco lo hubiera logrado sin mi valentía para enfrentarme a situaciones difíciles y ser la mujer que soy ahora”.

Las personas de la comunidad la nombran “la feminista”. “Saben que promuevo y defiendo los derechos de las mujeres”. A Iris no le causa incomodidad ser llamada así, por el contrario se siente halagada porque la conocen como una defensora.

Foto: Carolina Mena

 

Iris se reconoce como feminista desde que participó en un encuentro centroamericano de defensoras de los derechos sexuales y reproductivos. “Yo dije: soy feminista porque defiendo el derecho a decidir de las mujeres”.

Sus principales luchas son defender el derecho a la autonomía de las mujeres, los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las juventudes, el derecho a decidir y el derecho a vivir libres de violencias. “Las mujeres somos las más violentadas en este país, por eso defiendo derechos”.

Para Iris, ser mujer y defensora de derechos humanos significa valentía y fuerza. También es algo que le llena de satisfacción porque todo lo que aprendió para defender a otras lo pone en práctica todos los días. “Yo quisiera que más mujeres se unan a esta lucha y que juntas promovamos y exijamos la garantía del cumplimiento de nuestros derechos”.

Ser defensora va más allá de acompañar a las mujeres a las instancias públicas, así lo expresa Iris: “a veces lo único que necesitan es ser escuchadas, no necesitan medicamentos para el dolor pero sí a alguien que les escuche y comprenda la situación por la que están pasando”.

Iris desarrolla procesos de sensibilización para la prevención de la violencia hacia las mujeres; además, brinda acompañamiento y asesoría a mujeres que están enfrentando violencias. “He tenido casos de mujeres jóvenes que sufren violencia por su misma familia”.

También ha incidido en la formación de nuevos liderazgos en las comunidades de Tecoluca, para que también luchen por la defensa de los derechos humanos, sobre todo en el contexto de persecución que enfrentan las juventudes en El Salvador. “Muchas mujeres jóvenes han quedado con temor de organizarse porque tienen miedo de que las metan a la cárcel por defender sus derechos”.

Iris no se queda callada ante las injusticias de género. “A una le dicen pleitista por conocer y defender derechos. A veces me dicen que mejor me calle pero jamás lo haré, no tendrán mi silencio porque soy defensora”. Defender derechos también tiene costos personales: “Mirá, bicha, dejá de andar en esas organizaciones de mujeres porque vas a ir presa, vos y todas esas feministas por andar haciendo desordenes en la calle”, le dicen. “Pero yo ando defendiendo no sólo mis derechos, sino que los de todas”, agrega.

Para Iris es importante la lucha por la defensa de los derechos humanos de las mujeres. Sueña con una utopía donde todas puedan vivir libres de violencia, con oportunidades de desarrollo, que puedan decidir sobre sus cuerpos y con vidas dignas.

 

Foto: Carolina Mena