Trabajadoras del Hogar en El Salvador: una lucha por el reconocimiento de sus derechos laborales y humanos en una sociedad patriarcal

En la actualidad, hay 14 millones de mujeres en América Latina ocupadas en Trabajos del Hogar Remunerados (THR), la mayoría son niñas, mujeres y adultas mayores. Sin embargo, muchas de ellas no cuentan con ninguna garantía laboral y se enfrentan a una cultura patriarcal que no reconoce las tareas de cuidados y que sigue explotando los cuerpos de las mujeres. Frente a este contexto las trabajadoras resisten a través de  la organización, el apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil, sindicales y el acompañamiento feminista. Estas redes  han sido claves para colocar sus demandas por mejores condiciones laborales y la garantía de sus derechos en la agenda pública, desde hace más de una década.

 

Por: Fátima Cruz
Edición: Krissia Girón / Clanci Rosa
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Videos: Ana Gómez

 

Las tareas de cuidado han dinamizado y acompañado los ciclos de las personas que conforman las sociedades. Por tanto, son fundamentales para  sostener la vida permitiendo condiciones físicas, mentales y emocionales que garantizan un bienestar social. Estas labores han sido históricamente atribuidas y cargadas a  las mujeres. Pero esta designación no es “natural”,   es parte esencial del sistema patriarcal que confina a lo denominado  “femenino” al espacio privado o del hogar, a un rol de cuidadoras.

En El Salvador la historia no es diferente. Alma Siliézar, secretaria de Organización y Estadística del Sindicato de Mujeres Trabajadoras del Hogar Remuneradas Salvadoreñas (SIMUTHRES), explica que la realidad histórica de los trabajos del hogar en El Salvador demuestra que, desde niñas, se les infunde una obligación al  cuidado de un hogar, de una familia, de una casa. “Se nos inculcó que todo lo teníamos que hacer por amor, sino no éramos buenas mujeres, si no nos preparábamos así o no aprendíamos a cocinar, lavar bien y a hacer todo el trabajo de una casa no éramos buenas mujeres”. Alma comenta que por ese deber de amor y sacrificio que se les asignado, las y los empleadores también han abusado del gremio muchas veces. En este sentido, el informe de OXFAM(2023): “EL SALVADOR UN PAÍS DE CUIDADOS. Ingreso básico, reducción de la brecha salarial entre mujeres y hombres, y una reforma no contributiva para las mujeres” evidencia que los estereotipos de género y prejuicios respecto a los trabajos de cuidado parecieran que no necesitan conocimientos técnicos, puesto que se desarrolla por cualidades y habilidades “naturales” de las mujeres y eso ha contribuido a desvalorizar ese tipo de trabajos, a detonar la falta de garantías en el empleo, ocasionando condiciones precarias.

Sin embargo, reconocer los cuidados y a las personas que los realizan como un Trabajo del Hogar Remunerado (THR) ha representado una lucha de muchos años.  Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), en El Salvador, para el 2021, el 46 % de las personas que realizan THR trabajan 49 horas de la semana, las edades más recurrentes eran de 40 a 44 y aumenta en los grupos etarios de 65 a 69.  El informe de OXFAM afirma que estos datos demuestran “la explotación laboral que sufren las trabajadoras del hogar salvadoreñas… y podría explicarse la precariedad laboral de esta actividad al no contar con planes de retiro, así como por no formar parte de la seguridad social y del sistema de pensiones.”

 

Una de las mayores conquistas de la clase trabajadora es la de haber logrado 8 horas de trabajo. Nuestro Código de Trabajo permite que las mujeres que trabajan en este sector de la economía puedan trabajar hasta 12 horas. Entonces, ellas ni siquiera están gozando de este derecho
Carmen Urquilla, ORMUSA.

 

En 2023, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estima que en América Latina existen 14,8 millones de personas trabajadoras del hogar. El organismo, en un análisis cuantitativo para siete países de la misma región, muestra que se podrían crear 28 millones de puestos de trabajo en el sector de los cuidados. Carmen Urquilla, coordinadora del Programa Justicia Laboral y Económica de ORMUSA, describe que la mayoría de mujeres que se dedican a este trabajo provienen de municipios empobrecidos, cuentan con pocas posibilidades de acceder a educación y buscan empleo en casas ante la escasez de ofertas o de oportunidades de empleo para ellas. Trabajar en una casa es una opción aún cuando se sabe que es un sector de la economía que no está suficientemente regulado, donde las mujeres no gozan de todos sus derechos laborales y  no pueden ejercerlos de forma plena por esa misma razón.

Erica Regalado, secretaria general de SIMUTHRES, explica que, en el país, hay aproximadamente 140.000  trabajadoras del hogar remunerado, un rubro donde las mujeres se encuentran por necesidad de emplearse. Para Regalado,  El Salvador no ha reconocido el valor que generan las labores que realizan y que existen violaciones de derechos al desarrollarlas.  “Hemos vivido muchas historias. Este tipo de trabajo viene de generación en generación.”

La secretaria general de SIMUTHRES describe las condiciones laborales en que se desempeñan las trabajadoras del hogar remunerado:  Quienes trabajan en la zona urbana reciben  $12.00 por jornada. Asegura que se les contrata para labores específicas, pero las tareas van en aumento: “la contratan para una cosa pero terminan poniéndoles un montón de trabajo. También, se acuerda salir a tal hora y si no ha terminado -el trabajo-, el o la empleadora le dice que tiene que quedarse”. En este sentido, Alma narra que las principales vulneraciones en derechos humanos que han vivido como gremio de THR es recibir malos tratos, salarios bajos, irrespeto al horario de salida, recarga de más actividades por las que fueron contratadas, impago de horas extras, gritos, discriminaciones, negar alimentación digna, acoso y violencia sexual. Estas violaciones de derechos laborales y derechos humanos fueron confirmadas por las trabajadoras consultadas en esta investigación, defensoras de derechos, feministas y diferentes informes.

 

 

El documento “MUCHA TELA POR CORTAR… Y MUCHO POR LIMPIAR”, de la Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES), del 2022, muestra que se presentaron 1 071 procesos ante la Unidad de Defensa de Derechos Laborales de la Procuraduría General de la República (PGR), entre enero de 2019 a abril de 2022, por vulneración a derechos laborales de personas trabajadoras del rubro. De ellos, 1 000 procesos fueron presentados en representación de mujeres trabajadoras del hogar remunerado.  Por otra parte, la EHPM del 2020, indica que este  sector recibió $90.00 menos en su ingreso respecto a otros sectores. Este salario fue insuficiente para cubrir la Canasta Básica Alimentaria de ese año, que fue de $202.60 y la canasta Básica Ampliada que fue de $405.2. Los datos de la EHPM de 2021 también son alarmantes, ya que muestran que el 98.82 % de las trabajadoras del hogar no poseen contrato laboral, el 0.42% tienen un contrato indefinido y el 0.48 % no sabe si tiene o no uno. Respecto a la seguridad social, el 98.4 % no cuenta con ningún tipo de cobertura de seguridad social, 1.2 % está afiliada y el 0.3 % es cotizante activo, (OXFAM 2023).

 

Tabla tomada del informe: MUCHA TELA POR CORTAR… Y MUCHO POR LIMPIAR “Mujeres que luchan contra la violencia sindical y de género en la industria del vestir y de los cuidados en El Salvador“ (2022) . Elabora con fuente: PGR 49- UAIP (P)-2022. Información del 01/01/2019 al 01/04/2022.

 

 

 

Margarita, Liliam, Erica y Maricela comenzaron a realizar trabajos del hogar remunerados desde muy temprana edad. Han conocido, desde su experiencia y la de sus compañeras, las condiciones precarias y la falta de regulación legal en el rubro. Durante años, han tenido que enfrentar los desafíos culturales que faltan superarse para que este trabajo sea reconocido. Lo anterior, también las ha llevado a organizarse en sindicatos y en organizaciones feministas. Ellas se reconocen como defensoras de derechos y, desde sus espacios, impulsan cambios para transformar las realidades que no permiten un trabajo digno. En estas historias se reconoce que el acceder a derechos logra mayor estabilidad y bienestar en ella y sus familias, como el caso de Liliam que accedió a una vivienda propia y sus hijas cursaron educación superior, al recibir más garantías laborales.














Transformando la sociedad

 

Evelyn Patricia Martínez es profesora e investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Tiene estudios en economía feminista, feminismos descoloniales comunitarios, es fundadora de la Comunidad de Estudios Descoloniales de El Salvador y parte del Grupo Latinoamericano de Estudio, Formación y Acción Feminista GLEFAS. Ella considera que se debe de entender al trabajo con un sentido más amplio: el que permite reproducir y mantener la vida. En este ámbito, afirma, ha existido una desigualdad en la esfera reproductiva relacionado a los trabajos remunerados, desde la participación de las mujeres en general, además de las relaciones de poder patriarcales donde las mujeres se insertan menos en el mercado laboral. En este sentido, Cristina Carrasco, economista y femnista, reflexiona que la economia feminista y otras luchas reconocen que las actividades que sostienen la vida y que proveen condiciones idoneas para que la fuerza de trabajo produzca en el mercado empiezan a ser llamadas trabajo, estas labores generan valor tanto en las economias locales y mundiales.

Martínez considera que, desde el feminismo descolonial, se plantea la necesidad de visibilizar todas las voces de las mujeres que, a lo largo de la historia, han sido invisibilizadas. En el caso de las trabajadoras del hogar reconocerlas significa transitar por un cambio de paradigmas, transformar los imaginarios sociales, modelos de desarrollo, estructuras y reformular instituciones. Es decir, apostar a una justicia reparadora, en donde lograr un cambio estructural es enfocarse en economías alternativas en las que el saber y las experiencias que las trabajadoras del hogar han acumulado sean notables.

Pero, ¿cuáles son algunas de las ideas que se deben desmontar? Erica explica que una muy presente es el “favor” que se les hace al emplearlas. “No hay sensibilidad. Piensan como antes: que solo por vivir en el lugar la persona debía hacer todo lo de la casa, entonces lo ven como un favor que le hacen a una y que no es un trabajo. Dicen: “¿por qué le vamos a pagar si vive acá y le damos comida? Pero, realmente es un trabajo como cualquier otro y debe de ser remunerado”. Agrega que han existido casos que por “ayuda” se han llevado a niñas de familias numerosas del campo a San Salvador para trabajar en casas a cambio de educación, vivienda y alimentación.  Además, afirma que es importante cambiar la manera en que nos referimos a personas que ejercen estos trabajos, por ejemplo los términos: cholera y sirvienta, que poseen una carga de discriminación, y, en su lugar, utilizar trabajadoras, que les atribuye como sujetas de derechos.

 

 

Otro cambio que se necesita es en cómo se concibe el trabajo de cuidados. Los que son realizados por mujeres en el hogar son labores que conllevan procesos físicos e intelectuales y no son ontológicos a la feminidad, puesto que se ha aprendido a cuidar desarrollando habilidades y conocimientos. Muchos cuidados se han permeado en el imaginario desde la obligación por amor o desde otras concepciones. En este sentido, Carmen Urquilla afirma que hace falta que, como sociedad, reconozcamos el valor que tiene este trabajo y la vinculación con las mujeres que lo realizan de forma remunerada y no remunerada, eso parte de garantizarles condiciones dignas para realizar estos trabajos. Esta conciencia también parte de reflexionar sobre lo que significa que una persona esté a cargo del cuidado de hijos, hijas, adultos y adultas mayores, del sostén emocional o psicológico que proporcionan, la confianza de cuidado de la estructura de los hogares, más las habilidades y capacidades técnicas que ya poseen para apoyar en otras labores.

Derechos por reivindicar: memoria feminista y organización sindical

 

Desde su trabajo territorial, La Asociación Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes (Las Mélidas), asumió como su prioridad el fortalecimiento organizativo de las mujeres para que puedan posicionarse en todas las esferas: políticas, económicas y sociales. Desde sus inicios, Las Mélidas fortaleció un sector amplio que implicó conocer la realidad de las mujeres. Esta mostraba la importancia de conocer sobre derechos laborales en los trabajos que realizaban: uno de ellos era el trabajo del hogar remunerado. Según Azucena Ortiz, directora ejecutiva de Las Mélidas, desde su lucha feminista se ve como prioridad reinvindicar las situaciones que estas trabajadoras enfrentaban. Estos esfuerzos permitieron constituir el primer sindicato de trabajadoras del hogar (SIMUTHES) y conformar el flujo de mujeres que querían organizarse de otras formas.  En este acompañamiento formaron importantes alianzas para incidir en el cumpliento de derechos a las trabajadoras del hogar remunerado, entre ellas Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES) y otras.

 

 

El Sindicato de Mujeres Trabajadoras del Hogar Remuneradas Salvadoreñas (SIMUTHRES) fue el primero constituido legalmente en el país. Alma describe que, desde este espacio, han evidenciado las circunstancias que están presentes en torno a los cuidados y a las trabajadoras del hogar remunerado, han brindado y recibido procesos de formación en Cosmetología, reparación de celulares, Tablaroca o cielo falso, idioma inglés y en elaboración de arreglos florales. Asimismo, documentan y dan seguimiento a casos de vulneraciones de derechos humanos y laborales. Esta tarea también se desarrolla de forma descentralizada a nivel territorial, ya que a través de formación sindical y feminista, se informan sobre sus derechos e identifican vulneraciones de estos.

 














Fue el primer sindicato legalmente registrado aquí en El Salvador, el primero en obtener las credenciales legalmente en el país. Somos el sindicato pionero de trabajadores domésticas en El Salvador orgullosamente y hemos pasado por muchas cosas, muchos retos, muchos desafíos, pero aquí estamos.
Alma Siliezar

 

 

En los últimos años también se han constituido más asociaciones de trabajadoras del hogar remunerado. La Colectiva de Mujeres Trabajadoras del Hogar y de los Cuidados nació en el 2022, de las bases del Sindicato de Trabajadoras Domésticas de El Salvador (SITRADOMES) y se encuentran en proceso de legalización como sindicato. Ari Román, parte de la Junta Directiva, explica que han generado colectividad con mujeres de 30 a 70 años, dentro y fuera del área Metropolitana. En sus ejes de acción se encuentra dar a conocer derechos laborales y realizar acompañamiento psicosocial, fortalecimiento de liderazgos y conocimientos. Esta colectiva atiende a adultas mayores a quienes acompañan en diversas necesidades, como en sus citas médicas, ya que algunas padecen de enfermedades crónicas.

En lo personal, me preocupa mucho el tema de la seguridad social. Hay muchas trabajadoras del hogar que no cuentan con una pensión, que no están jubiladas y que no tienen acceso a la salud.

La seguridad social para mujeres que han trabajado por más de 30 a 40 años en THR, no existe. Ari explica que, lamentablemente, ellas se encuentran en situación de empobrecimiento e incluso dependiendo económicamente de hijos o hijas, enfrentando maltratos debido a esta dependencia. Respecto a las mujeres jóvenes, buscan que de alguna manera no sigan replicando el trabajo del hogar remunerado, sino que, partiendo de la toma de conciencia sobre el contexto de este trabajo, puedan buscar otras posibilidades de vida y para su desarrollo personal. Además, desde sus análisis, el sindicato busca ampliar otras temáticas, desde la economía y el trabajo del cuidado, poner al centro el reconocimiento al trabajo de cuidado que hacen las mujeres e incorporar a las amas de casa, ya que realizan trabajo del hogar no remunerados.

Hacia la ratificación del Convenio 189

 

Estas demandas y garantías laborales podrían comenzar a garantizarse con la ratificación del  Convenio 189: Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos, establecido en la conferencia general de la Organización Internacional del Trabajo, el 1 de junio de 2011. Hasta el momento, 35 países lo han ratificado, entre ellos 18 países de América Latina y el Caribe. El Salvador no se encuentra en esa lista de Estados ratificantes, es decir, han pasado 12 años y tres gobiernos sin adoptar el compromiso para este sector y para la sociedad en general.

El 7 de junio de 2023, el Ministerio de Trabajo, ratificó cinco convenios: Convenio sobre la seguridad social C102, Convenio sobre el medio ambiente de trabajo C148, Convenio sobre la negociación colectiva, C154, Convenio sobre la protección de la maternidad C183 y el  Convenio sobre la violencia y el acoso C190. Sin embargo, el C189 aún no llega a reconocerse para ser ratificado. En este sentido, en la Asamblea Legislativa, la Comisión de Relaciones Exteriores, Integración Centroamericana y Salvadoreños en el Exterior posee un expediente en estudio que contiene la Ratificación del Convenio, este inició el 22 de septiembre de 2021. A casi dos años de esta fecha, la comisión aún no se ha pronunciado. Se solicitó que la comisión de La Mujer e Igualdad de Género y la comisión de Trabajo y Previsión Social conozcan sobre el mismo.

 

Al respecto de las comisiones mencionadas, en enero de este año, durante la sesión de la Comisión de la Mujer e Igualdad de Género, la diputada Claudia Ortiz, del partido VAMOS, solicitó brindar una audiencia al Sindicato de Trabajadoras del Hogar Remuneradas (SIMUTHRES) o visitarlas en sus instalaciones para conocer sus propuestas. A esta petición, la diputada Alexia Rivas, del partido Nuevas Ideas, envió un saludo a las trabajadoras de hogar, expusó que conocía a otras agremiadas en este rubro y consideró que se elaborará una lista de sindicatos para realizar una presentación en conjunto, pero omitió someter a votación la petición de la diputada Ortiz. Esta invitación no ha llegado a los sindicatos desde hace ocho meses. En marzo, el grupo parlamentario de Nuestro Tiempo presentó a las comisiones una carta de recomendación para realizar un estudio pertinente que permita lo más pronto posible la ratificación del C189.











Marta Saldaña, secretaria general de FEASIES, comenta que han acompañado la demanda de ratificación desde la última década, ese camino les ha llevado a conversar con diversos sectores, entre ellos ministros, ministras, diputados, diputadas, empresas, empleadores, empleadoras y otros, ya que la ratificación necesita un diálogo tripartito. Entre los cabildeos que realizaron identificaron dos grandes nudos que rodean el tema: (1) definir el  salario para las trabajadoras del hogar remunerado por jornada y casa adentro y (2) la tutela del Ministerio de Trabajo en establecer un salario, respondiendo a la capacidad de pago o a la retribución por el servicio. Sin embargo, Saldaña menciona que existen experiencias de otros países que demuestran que regularlo es posible. Pero, lamentó que los diputados no le den la importancia necesaria. Carmen Urquilla, de ORMUSA, coincide con esta opinión, considera que esta demanda ha estado presente por mucho en la agenda de las mujeres trabajadoras del hogar, que no logra ser discutida a nivel de gobierno y tampoco se ha dialogado con las trabajadoras. Asimismo, afirma que pueden promoverse otro tipo de medidas para brindar bienestar a este gremio, como hacer reformas al Código de Trabajo para fijar tarifas de pago y establecer cómo y quiénes deben pagar la seguridad social. Enfatiza que no se comienza desde cero, existen países donde ya se regula el trabajo del hogar y se pueden tomar como referencia .

En el país, existe el Consejo Nacional del Salario Mínimo, dependiente del Ministerio del Trabajo, es el ente que se encarga de fijar las tarifas salariales. Para Urquilla, esta instancia puede fijar la tarifa salarial para las trabajadoras del hogar. En este sentido, los elementos que se consideran para establecerlo es tomar como referencia indicadores estadísticos del país, detallados por la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGETYC), disuelta en el 2022 por la Asamblea Legislativa, sobre la canasta básica ampliada y no sólo la canasta alimentaria, con el fin de establecer un salario sobre la base de cubrir las necesidades básicas de los hogares. Establecerlo responde a los principales rubros económicos del país.











Deuda de la legislación salvadoreña con las trabajadoras del hogar remunerado

 

“En El Salvador, según algunas personas, existe una ventaja en nuestra legislación laboral y es que el Código de Trabajo reconoce el  trabajo doméstico. Entonces, de alguna manera sí está regulado. El problema que tiene la legislación es el tipo de regulación que ofrece para las mujeres que trabajan en ese sector, ya que las coloca en un régimen especial, que en realidad no tiene nada de especial porque les resta cierto sentido de derechos. Incluso les da un tratamiento como trabajadores de segunda categoría, al no reconocerles todos sus derechos o al no equipararse con los derechos que posee el resto de personas que trabajan en otros sectores económicos. Hemos visto cómo se hacen reformas respecto a un montón de cosas, pero en ese régimen especial de trabajo doméstico no ha habido ninguna reforma favorable para que las compañeras puedan mejorar sus condiciones de trabajo”, Carmen Urquilla, ORMUSA.

Uno de los pasos recientes hacia el reconocimiento legal de la labor de los cuidados, es la propuesta de Ley de Beneficio Económico por el Trabajo de los Cuidados, presentada el 17 de agosto de 2023 por la diputada Claudia Ortíz, de VAMOS. La diputada expresó que esta propuesta busca “dar un beneficio económico a las personas cuidadoras”.

Sin embargo, las fuentes consultadas para esta investigación coinciden que hace falta voluntad para abordar este tema, ya que debe asumirse una ética de cuidados que implica una reciprocidad en el darlos y en el recibirlos. Es decir, asumir de forma colectiva esta responsabilidad y reconocer que existe un déficit cuando las mujeres dan más y reciben menos. La vida de las mujeres que realizan trabajos de hogar remunerado mejoraría, en aspectos significativos, al construir estructuras socioeconómicas que partan de esas luchas y movimientos. Sin duda, El Salvador debe dar grandes pasos para asegurar que la vida de muchas personas, que hacen de este trabajo el sostén de sus familias, posea garantías dignas y para que la ética de cuidados sean considerados parte fundamental de la vida.

Nota a la comunidad lectora:

Estas historias y experiencias también están muy presentes en nuestra historia familiar, en mi caso las escuchaba de mi bisabuela. Son más frecuentes de lo que pensamos. Para realizar esta investigación preguntamos a familias, amistades y a un grupo de 10 personas, de estas últimas solo 3 de ellas no contaban con una pariente que haya realizado estos trabajos. Esto nos sigue llevando a considerar que la lucha de las mujeres que buscan garantizar sus derechos laborales y reconocer los trabajos de cuidado también son muy nuestras. Nos permite sentir que esta deuda histórica nos atraviesa de una forma muy íntima y a la vez común.

Es increíble que muchas generaciones se hayan dedicado a estos trabajos en condiciones difíciles (en muchos casos) y que se sigan heredando sin regulaciones. Los trabajos de cuidados existen en nuestras vidas pero ya no debe ser posible que más proyectos de vida, en su mayoría de mujeres, no puedan cumplirse por la precariedad laboral y por no asumir como sociedad la responsabilidad de garantizar derechos y de transformar imaginarios que aún permiten explotar los cuerpos de las mujeres. Es urgente adoptar la ética colectiva de cuidar a quienes nos cuidan. Además, estas vidas nos llaman a continuar acompañando estas demandas. En tu caso ¿tienes algún familiar que esté o haya realizado trabajos del hogar remunerado?